Cosas mínimas
Matt and Kim
Donde viven los monstruos
El artista del trapecio
Y el empresario, alarmado, creyó ver, en medio dels ueño aparentemente tranquilo en que habían terminado los sollozos, comenzar a dibujarse la primera arruga en la tersa frenteinfantil del artista del trapecio.El artísta del trapecio, Franz Kafka
Portate bien
:O
Trastorno | Grado |
---|---|
Paranoide | BAJO |
Esquizoide | ALTO |
Esquizotipico | MODERADO |
Histrionico | BAJO |
Antisocial | BAJO |
Narcisista | MODERADO |
Limite | ALTO |
Obsesivo | MODERADO |
Dependiente | BAJO |
Evitador | MODERADO |
Test de trastorno de la personalidad
buen blog
Bichos bajo la luz de una farola
flight patterns from Charlie McCarthy on Vimeo.
Desquite, Giovanni Papini
La fantasía rebasaba todos los cálculos: no pude resistir. Poco a poco conseguí comprar las pocas casas que no eran de mi propiedad y me encontre dueño absoluto de veinte acres de New York, más de ochenta mil metros cuadrados. Fueron necesarios seis meses para hacer salir a todos los habitantes y diez meses para derribar todas las casas. Quedaban, entre los escombros, algunas vías públicas sobre las cuales no tenía derecho. Fue necesario un año de gestiones e instancias cerca del municipio y del Estado de New York para que me cediesen aquellas calles para mi uso. No habiendo ya habitantes, las calles de acceso a las casas destruídas eran ahora inútiles. Tuve que hacer creer que destinaría a uso público el parque, para hacer desaparecer la última resistencia. Apenas estuvo todo en regla, obré como me pareció. Los veinte acres fueron circundados de una gran muralla alta, sin ventanas, cancelas o portalones -- el ingreso para mí es subterráneo -- y un cuartel general de botánicos, de zoólogos y de ingenieros, después de tres años de trabajo, ha realizado el milagro.
En el lugar del asqueroso barrio habitado por obreros, pequeños empleados, pequeños tenderos, se halla ahora una especie de selva virgen con largos bosques, prados y canales, donde los pájaros cantan, donde los árboles florecen, donde apenas se oye, lejano y confuso, el rumor de la ciudad infernal. Una parte del terreno ha sido convertido en jardín zoólogico; leones y panteras rugen allí donde antes alborotaban los chiquillos y charlaban las comadres. En la parte destinada a bosque he hecho introducir liebres, ardillas y erizos, y nadie tiene derecho a matarlos. Las plantas traídas aquí ya adultas, defendidas con los métodos más seguros, están ya vigorosas y se multiplican, hasta el punto de formar umbríos senderos y dédalos pintorescos; la ilusión de estar apartado centenares de millas de la población mas inmunda de la tierra.
Aquí no hay casas, a excepción de algunos pabellones escondidos para los jardineros y los guardianes de las fieras. Quien pasa por el exterior no ve nada, no disfruta nada; tal vez por la noche, en las calles vecinas se oirá el rugido de un tigre o el canto del ruiseñor.
Yo solo disfruto de este pequeño paraíso terrenal reconquistado. No hago entrar a nadie ni invito a nadie. No he gastado una parte importante de mis capitales para ser admirado o para oír cumplidos, sino solamente para contentar a aquel muchacho que llevó, hace ya tantos años, mi mismo nombre y sufrió el fétido amontonamiento y la estrechez de la ciudad, y al fin se ha vengado restituyendolo a la luz al menos un trozo de aquellos campos que los hombres habían escondido bajo innobles cubos celulares.
En las calles por donde todos pasaban, no paso más que yo. Donde los automóviles aullaban y apestaban, se pasean los plácidos osos. Donde había un bar, hay una fuente de agua clara. Donde el prestamista se hallaba apostado, en espera de una víctima, el chacal se solaza al sol.
Me he pagado, en el corazón de una ciudad orgullosa y colosal, el verdadero lujo, el más costoso del hombre moderno: el aislamiento y el silencio. Los que pasan por el exterior y ven los altos muros desnudos y saben lo que hay dentro, exclaman: ¡Caprichos de un loco! Yo, en cambio, tengo la impresión de haberme fabricado, en el recinto de un vasto manicomio, una pequeña pero alegre celda de sabiduría.
Virginia Woolf, diario de una escritora
Casi todo me atrae. Sin embargo se alberga en mí algún buscador infatigable. ¿Por qué no hay un descubrimiento de la vida? Algo para ponerle las manos encima y exclamar: "¿Es esto?" Mi depresión es un sentirme acosada. Estoy buscando: pero no, no es eso… no es eso. ¿Qué es entonces? ¿Tendré que morir sin haberlo encontrado? Y luego (como anoche, cuando atravesaba Russell Square) veo las montañas en el cielo: las grandes nubes; y la luna que se está alzando sobre Persia; tengo una grande, sorprendente impresión de que hay algo allí, que es "eso"? No es exactamente la belleza a lo que me refiero. Quiero decir que la cosa en sí basta: es satisfactoria; acabada. También una impresión de mi propia rareza, de la rareza de estar caminando sobre la tierra. También está ahí, la infinita extrañeza de la posición humana; estar atravesando Russell Square, con la luna allí arriba y las nubes como montañas. quién soy yo, qué soy, y todo el resto; preguntas que siempre flotan en torno: y de pronto doy de narices con algún hecho concreto -una carta, alguien- y vuelvo a ellos con un gran sentimiento de frescura. Y así continúa. Suelo toparme frecuentemente con este "eso", y experimento entonces un gran reposo.
Tristan Tzara
Maquillar la vida en el binóculo -frazada de caricias- panoplia para mariposas, -
he ahí la vida de las camareras de la vida.
Acostarse en una navaja de afeitar y sobre pulgas en celo - viajar en barómetro - mear como un cartucho - cometer errores, ser idiotas, ducharse con minutos santos - ser golpeados, ser siempre el último - gritar lo contrario de lo que dice el otro - ser la sala de redacción y de baños de dios que cada día se da un baño en nosotros en compañía del pocero, -
he ahí la vida de las camareras de los dadaístas.
James Barry
El horror de mi infancia era que yo sabia que se acercaba el tiempo en que debería renunciar a mis juegos y eso me parecía intolerable. Entonces resolví seguir jugando en secreto.
:D
Artefacto, patafísica
Y hoy, desde este lado del mundo, todos pueden ver que en la luna hay un conejo. El maravilloso emperador Walt Disney ha colonizado hace décadas la luna. Ha colgado ahí arriba su conejo para la felicidad de todos nuestros ojos. Y en la magia de la noche es posible escuchar: that's all folks! ¡That´s all folks!El Imperio de los Niños
Juan Pablo Ringelheim
Stop motion
Tres rosas amarillas de Carver
Borges
SPAMALOT El Musical en Madrid
16 Moments
Enfermedades mentales poco comunes
A Lou Andreas
[De Inclinación al Deseo...]
Guardé los bigotes de Nietzsche
dentro de una cajita musical
La escuché un par de veces
y la música
se enamoró de mis oídos
Tengo una colección de ojos
grandes almendrados
tristes risueños
Todos me los dio
un séquito de hombres
desquiciado
y yo histérica
besé a filósofos extraños
que siempre me obligaron
a darles con un látigo
Prendí a mi pecho
a poetas niños
y jugué a ser madre
por un rato
Fue mejor que cuidar muñecas
o tener hijos propios
Busqué como ninguna
el amor en otros
y entre tantos jamás
lo encontré
Por eso nunca hice el amor
ni siquiera con mi esposo
Virgen
virgen fui
virgen hasta el suicidio
de otros
de esos tantos
que regalaron sus bigotes o sus ojos
a mi triste colección.
Juana Soledad Esperanza
[De Desencanto Personal, Reescritura del Canto General]
Peter Pan
Lüge
de partir lejos a descubrir nuevos mundos en los que existan más espejos.
Dali
Solo ocurre algunas veces
Demasiado tarde
de palabras
Creo que le pediré al enfermero del camping algún antibiótico. La escena se disgrega geométricamente.
Aparece una playa solitaria a las ocho de la noche, altos cirros anaranjados; a lo lejos caminan, en dirección contraria al que observa, un grupo de cinco personas en fila india. El viento levanta una cortina de arena y los cubre.
¿Ha señalado alguno de sus lectores la escasez de mariposas este año?
En esta región habitualmente prolífica casi no las he visto, a excepción de algunos ejambres de papilios.
Desde marzo sólo he observado hasta ahora un Cigeno, ninguna Etérea, muy pocas Teclas, una Quelonia, ninguna Ojo de Pavorreal, ninguna Catocala, y ni siquiera un Almirante Rojo en mi jardín, que el verano pasado estaba lleno de mariposas.
Me pregunto si esta escasez es general, y en caso afirmativo, ¿a qué se debe?
M. Waslibourn
Cortázar RAYUELA
Firmado:
La hermana de mi hermana, que "teper'iz" ada (ahora ha salido del infierno)
ADA O EL ARDOR, VLADIMIR NABOKOV
Sólo se consideran elegantes los suicidios en el Ritz
Historia abreviada de la literatura portatil, Enrique Vila-Matas
Antología del humor negro
Finalmente, el 5 de noviembre de 1929 ha llegado el instante. Jacques Rigaut, después de minuciosísimos arreglos personales y aportando a esta especie de salida toda la corrección exterior que exige -no dejar nada fuera de sitio, prevenir por medio de almohadas toda eventualidad de temblor que pueda ser una última concesión al desorden- se dispara una bala en el corazón.
Trad. de Joaquín Jordá
Barcelona, 1997
Fuente: http://patriciadamiano.blogspot.com/2007/03/jacques-rigaut-1899-1929.html
Rigaut
Capital: 5.000.000 de francos
Domicilio central en París: 73, boulevard Montparnasse.
Sucursales de Lyon. Burdeos, Marsella, Dublín, Montecarlo, San Francisco.
NOTA. Por no estar asimilado el establecimiento a la vía pública, en ninún caso los cadáveres serán transportados al Depósito, esto para tranquilizar a algunas familias.
Tarifas
Electrocución -------------------- 200 f.
Revólver ------------------------- 100 f.
Veneno ---------------------------100 f.
Inmersión ------------------------ 50 f.
Muerte perfumada
(incluido el impuesto de lujo) ------ 500 f.
Ahorcamiento.
Suicidio para pobres -------------- 5 f.
(La soga se vende por separado al precio de
20 f. el metro y 5 f. por cada diez centímetros
suplementarios.)
Pedir el Catálogo especial a los Express-Enterrements. Para toda clase de informaciones, dirigirse al Sr. J. Rigaut, Administrador principal, 73, boulevard Montparnasse, París (6º). No se dará ninguna respuesta a personas que expresen deseo de asistir al suicidio.
El 5 de noviembre de 1929 su corazón alojó una bala con la que consumó un suicidio, para todos anunciado.
( Del libro SUICIDAS - Antología)
Suicidios
1. Thomas Chartterton se envenenó con arsénico en una buhardilla de Londres el 25 de agosto de 1770:
Existir es no estar / pero que alguien te nombre…
2. Karoline Günderode se clava un cuchillo en el corazón y se lanza al Rhin el 26 de julio de 1806:
Derrota a tu naufragio y olvida ya esta nave que ni pecio será con unos años.
3. Heinrich von Kleist se dispara un tiro en la boca después de disparar sobre su compañera Henriette el 21 de noviembre de 1811, junto al lago Wannsee:
Sonríe mientras el arma apunta / tus últimas ideas en su pólvora…Y espérame un minuto antes de irte.
4. Charlotte Stieglitz (1834), joven sensible cultivadora de las bellas artes, se clavó un puñal en el pecho, el 18 de diciembre, para no estorbar la creatividad de su esposo, el poeta melancólico Heinrich Stieglitz:
Juntos padecimos una pena… Te irá mejor ahora… Nos volveremos a encontrar, más libres… Saluda a todos los que amé… Hasta siempre jamás, tu Charlotte.
5. Thomas Lowel Beddoes, después de haber perdido una pierna en un intento de suicidio previo, muere por ingestión de veneno el 26 de enero de 1849 en Basilea:
Y si el tiempo final se demorase / Liba este amargo arsénico que te pongo en el vaso.
6. Gérard de Nerval aparece muerto en la nieve de París el 26 de enero de 1855:
Ahorcarse con el sombrero puesto / es burlar a la muerte de dos formas… / lo mismo un día de estos / le hago un quiebro.
7. Antero de Quental muere de dos disparos. Su mano apretó el gatillo en Punta Delgada el 11 de septiembre de 1891:
¿Cómo querrá la muerte mi alma / si está muerta?/ ¿No es el alma el botín?…/ ¡si yo no tengo!.
8. José Asunción Silva se dispara un tiro en el pecho sobre el que hizo dibujar un corazón a su médico el 14 de mayo de 1896 en Bogotá:
No soy buen tirador / usted me entiende.
9. Ángel Ganivet se lanza dos veces al río Duina; la primera lo sacan del agua. En Riga el 29 de noviembre de 1898:
No la horca, el arsénico ni el tiro / jamás la bala… nunca el aparejo / prefiero un trago amargo e infinito.
10. Wolf von Kalckreuth se dispara una bala en la sien junto a su cama. En Cannstadt, el 9 de octubre de 1906:
A cambio de la herida de tu sien / recibe esta elegía / que me pondrá el laurel de tu epitafio.
11. Periclís Yanópulos monta un caballo a galope hacia el mar, y cuando ya no puede avanzar más se dispara un tiro con su revolver. En las cercanías de Eleusis el 10 de abril de 1910:
Es Itaca / y no duele.
12. Peiu Yavórov ingiere veneno y se pega un tiro en la cabeza. En Sofía, el 16 de octubre de 1914:
Ya no puedo arder más en esta llama / Nada puede volver /¿Qué hacer entonces?.
13. Georg Trakl se administra una dosis de cocaína que le produce la muerte. En Grdek, el 3 de noviembre de 1914:
No he vivido, y lo sé…/ Tan sólo he muerto.
14. Mario de Sá Carneiro toma estricnina en París, el 26 de abril de 1916:
Pero el cuerpo que posa, el que me mira / El que envejece al lado de mis cosas… / Ese tipo no es yo, no le conozco.
15. Arthur Cravan desaparece una noche en la Bahía de México, el año 1919:
…Y un barco con el que hundirte / en la bahía de Méjico / mientras el mar se pierde en el mar.
16. Sergei Esenin se ahorca en el hotel Angleterre después de escribir unos versos con su sangre. En Leningrado, el 28 de diciembre de 1925:
Otra vez el espejo… / ¿Para qué quiero conciencia?.
17. Paco López Merino se dispara un tiro en la sien en el retrete de un café de la ciudad de La Plata, el 22 de mayo de 1928: Esta hora es perfecta / para el último hálito.
18. Costas Cariotakis intenta ahogarse en el Mediterráneo, y, al no conseguirlo, se ducha y se arregla para dispararse un tiro en el corazón bajo un eucaliptus. En Prévesa el 21 de julio de 1928:
¿Cómo será la nada del abismo? / ¿Cómo será la muerte?.
19. Jacques Rigaut funda la “Agencia General del Suicidio”, y se dispara un tiro en el corazón, en París, el 5 de noviembre de 1929:
La autodestrucción como acto de fe… / Como negocio, en fin, seguro y cierto./ Se admiten asociados… / O accionistas solventes sin escrúpulos.
20. Vladimir Maiakovski se dispara un tiro en Moscú el 14 de abril de 1930:
Muero de libertad / mientras el mundo es un incendio.
21. Ramos Sucre muere tras cuarto días de agonía por haber ingerido barbitúricos el día que cumple cuarenta años. En Ginebra el 13 de junio de 1930:
…y esta soledad única, indescifrable y nítida de segundos eternos / que reclama descanso, aunque sea final.
22. Florbela Espanca muere por una sobredosis de veronal en Matozinhos, el 8 de diciembre de 1930:
Morir no es fácil, no / pero es lo más correcto.
23. Vachel Lindsay ingiere un desinfectante doméstico en Soringfield el 5 de diciembre de 1931:
¿No hay ni siquiera un veneno accesible que llevarme a la boca?.
24. Hart Crane se arroja al Atlántico desde la cubierta del buque Orizaba en el Golfo de Mexico, el 27 de abril de 1932:
En la borda, el sabor a salitre / me llama a ser océano. / Valoro la distancia / y alzo el vuelo.
25. Sara Teasdale ingiere una sobredosis de barbitúricos y muere en Nueva York el 29 de enero de 1932:
Mis piernas no responden, / y no he amado aún… / Tan sólo fuí palabras en un mundo de gestos.
26. Raymond Roussel es encontrado muerto en un hotel de Palermo el 14 de julio de 1933:
Cerciórese sin miedo de que ya no respiro… / Y, luego, entréguele esta carta a mi albacea./ Le nombro mi heredero, como ve. / Y olvídeme después / igual que lo ha hecho el mundo.
27. René Crevel abre la espita del gas y se deja morir en París el 18 de junio de 1935:
…y esta llave de gas que contiene la muerte / en sólo un giro…
28. Attila József se tira al tren en las cercanías de Balatonszárszó el 3 de diciembre de 1937:
Y no lloréis por mi./ Sólo pago mi deuda.
29. Leopoldo Lugones quema sus libros y muere por ingestión de cicuta en la Isla del Tigre el 18 de febrero de 1938:
Purifícate en la llama naranja / y hazte ceniza en el rito de Stromboli. / ¡Que bien ardes!, amigo.
30. Alfonsina Storni se interna despacio en las aguas del Atlántico en Mar del Plata el 25 de octubre de 1938:
…mirándome sin vista, / recordando desnuda / el hecho doloroso que nos muerde.
31. Antonia Pozzi ingiere una sobredosis de fármacos en su casa de Milán el 3 de diciembre de 1938:
Una mujer en prosa soy ya… / Se acabó el rito.
32. Marina Tsvetaeva se ahorca en Elábuga el 31 de agosto de 1941:
En el Este también la soledad lo es todo.
33. Cesare Pavese ingiere dieciséis envases de somnífero y muere en Turín el 27 de agosto de 1950:
Sólo pide la muerte / urgente y necesaria / para dejar de ser / la peste de si mismo.
34. Tor Jonsson se ahorca en Oslo el 14 de enero de 1951: ¿Para qué escribir más / de todo lo que existe / si los ojos conforman / siempre un mejor poema?.
35. Jean Pierre Duprey fue hallado sin vida en su taller de París el 2 de octubre de 1959:
Así quise ser yo, así./ Y orinarme en los símbolos del mundo.
36. Carlos Obregón ingiere una sobredosis de barbitúricos en Madrid, el 1 de enero de 1963:
…se averigua un sonido de sirenas / que ya no señalan la herida, / no la cantan, / porque la muerte es todo.
37. Sylvia Plath abre la llave del gas y mete la cabeza en el horno. En Londrés el 11 de febrero de 1963:
Hoy quiero hablar contigo / hasta que llegue el alba / y se hagan memoria mis palabras.
38. Tomás González, el día de su vigesimosexto cumpleaños (Diciembre de 1966), tras regalarle a su madre flores y un poema, abrió la ventana y se arrojo al vacío:
Madre, también yo quisiera ser mujer. / …para sentir en mi interior / la necedad terrible de haber traído al mundo a esta bestia maldita, / y perdonarte, madre.
39. Violeta Parra, cantora, compositora, pintora, poeta, hija y hermana de poetas… muere el 5 de febrero de 1967, en Carpa de la Reina, a los cincuenta años:
Gracias a la vida / que me ha dado tanto…
40. José Mª Arguedas se dispara un tiro en Lima el 2 de diciembre de 1969:
No convienen los versos / que nos muestran las vísceras azuleando al sol.
41. Paul Celan se arroja a las aguas del Sena a su paso por París el 30 de abril de 1970:
No sirve de nada ya que no sea / morir ahogado en la clepsidra./ Quizás el Sena.
42. John Berryman salta desde un puente a las aguas del Misissippi en Mineapolis el 7 de enero de 1972:
Yo he visto a los hombres / caminar fuera de sí / no siendo hombres,/ pero sombras tampoco.
43. Gabriel Ferrater toma barbitúricos y se ata una bolsa de plástico en la cabeza, en Sant Cugat, el 27 de abril de 1972: Te vas a trompicones / amputándome. / Te me ajas sin más…/ y yo mirando.
44. Alejandra Pizarnik muere por una sobredosis de barbitúricos en Buenos Aires el 25 de septiembre de 1972:
Podad mi cuerpo cada primavera, / y que crezcan con fuerzas renovadas, / en su tumba, mis esquejes.
45. Jon Mirande, la noche de Navidad de 1972, ingiere una sobredosis de barbitúricos en París:
Morir matando / no puede ser suicidio.
46. Alfonso Costafreda es hallado sin vida en el pasillo de su casa en Ginebra, el 4 de abril de 1974:
Los latidos contados / de mi corazón se desbocan / buscando el cero.
47. Jaime Torres Bodet asolado por el cáncer, pone fin a su vida con un disparo. En México, el 13 de mayo de 1974:
Un algo celular me crece adentro / que me hace pensar / más en mi mismo.
48. Anne Sexton enciende el motor del coche en el garaje y muere por inhalación de anhídrido carbónico. En Weston, el 4 de octubre de 1974:
…y un poco de este anhídrido carbónico / que bien dosificado te hace dormir tranquila para no despertar de nuevo / al tedio de los días.
49. Héctor Murena muere rodeado de cajas de vino en el cuarto de baño de su casa de Buenos Aires, el 5 de mayo de 1975:
Déjate al aspaviento de sus órbitas / abandona tu piel a su mandato.
50. Jens Bjorneboe anuncia su suicidio en un programa de televisión y muere luego ahorcado en Veierland el 9 de mayo de 1976:
Suspenderse un instante y dormir. / Dejar de ser el cadáver diario / y ser el muerto.
51. Luis Hernández se deja atropellar por el metro de Buenos Aires, el 3 de octubre de 1977:
Matar a Dios / quizás sea el mejor de los suicidios.
52. Justo Alejo se suscribe a la revista Clarín y se arroja al vacío desde el edificio del Ministerio del Aire en Madrid, el 11 de enero de 1979:
Sólo una cosa quiero / antes de ver el fín:/ y es recibir Clarín / en mi tumba espartana…
53. Alexis Traianós conecta una manguera desde el tubo de escape al interior de su automóvil y fallece por asfixia. En Capandriti, el 7 de mayo de 1980:
Todos los muertos soy yo./ Todos.
54. Enrico Freire, murió en Granada, el 14 de octubre de 1980. Dejó abierto el gas y encendió la vela que siempre usaba para “inspirarse” y escribir su último poema, titulado “explosión”:
Antes del grito, tardo 44 años, 3 meses y un día en encontrar la salida.
55. Severino Tormes, estrelló su coche contra un árbol camino de Tordesillas, el 15 de noviembre de 1980: 15 de noviembre: Tengo la sensación de haber vivido absolutamente en vano. ¿De qué me han servido los libros, la música, el amor, la poesía?. Una amarga carcajada contra un árbol y otra eterna en el infierno.
56. Paula Sinos (Baracaldo 1950-Portugalete 1981): El maquinista del trén dijo: “Vi un bulto a lo lejos… creí que era un perro… Frené pero era tarde… jamás olvidaré su rostro…”:
Siempre puedes pensar que fue el trén / el que se arrojó a ti.
57. Fabrice Graveraux se corta las venas delante de sus amigos en Viareggio, el 8 de enero de 1982:
En la lente el disparo, / en la vena el cuchillo. / Es la fiebre. / Es París.
58. León Artigas, el 14 de febrero de 1984, se introdujo el cañón de una pistola entre los diente y disparó. Sucedió en Badajoz:
Imploraré tan sólo un destello / cegador de lucidez / para devolverle a Dios / un cadáver de lujo.
59. Beppe Salvia se lanza al vacío desde su casa de Roma, en marzo de 1985:
¿De que sirve perdurar con parámetros / de supervivencia, intentando pasar cada día sin saltar al vacío,…? / Mira los ojos de tu hija / y despídete con un beso.
60. José A. Acillona, murió desangrado en el psiquiátrico de Oña, en mayo de 1990, tras rebanarse el cuello con una lata de conservas:
Hace mucho tiempo que te espero. Tú eres mi salvador. Tú eres el justiciero que me volará la nuca. ¡Dispara ya, cabrón!.
61. Alina Reyes se embarcó para siempre en la nave-bañera de un hotel con las venas cortadas, el 14 de noviembre de 1991, en Madrid:
“Qué extraño… La luz está aparada y sin embargo juraría que la acabo de encender. Por lo menos, mañana la doncella no tendrá que hacer la cama”.
62. José Ignacio Fuentes, murió colgado de su cinturón en la cárcel de Basauri, el 14 de octubre de 1991, dos años después de degollar a su esposa:
No tengo más que hacer que fumar hasta la muerte. / Yo fumo y sueño. / Quién sabe si algún día veré un río / o la garra piadosa de una soga.
63. Nicolás Arnero (Segovia, 1950) se ahorcó el 20 de enero de 1991 dejando subrayada una frase en un libro de Pavese: “Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más.”:
Intuyo la cobarde humillación / de substraerme al suicidio.
64. Víctor Ramos, falleció desangrado por autocastración en la cárcel de Nanclares de Oca, el 10 de octubre de 1995:
De queroseno puro, / antes de que florezca la rareza, / rociar la realidad.
65. Wenceslao Rodriguez, Madrid 1970, Sevilla 1997, colgado de una viga de la pensión El Guaraní:
…a la luz de un flexo en el desván, / introdujo entre sus labios el cañón de una pistola / e imaginó el fragor de una sonrisa / ante los pies descalzos de la soledad.
66. Marithelma Nostra, Brasil, murió por una sobredosis barbitúricos en un hotel de Madrid (1999.):
¿Sabes?… He observado que hay personas que recurren a un segundo lenguaje para expresar lo que verdaderamente sienten. (…) Estas personas casi nunca saben lo que quieren, casi nunca saben lo que esperan y casi siempre se suicidan.
67. José Agustín Goytisolo se suicidó el 19 de marzo de 1999 arrojándose al vacío desde el balcón de su casa:
…una tristísima ceniza / que caía y caía sobre la tierra, / y sigue cayendo en mi memoria, / en mi pecho, / en las hojas del papel en que escribo.
Stop motion
Banksy
Banksy Versus Bristol Museum
Bukowski, Música de cañerias, "Besaste a Lilly"
Era un miércoles por la noche. La televisión no había sido gran cosa. Theodore tenía cincuenta y seis años. Su mujer, Margaret, cincuenta. Llevaban veinte años casados y no tenían hijos. Ted apagó la luz. Se desperezaron en la oscuridad.
—Bueno —dijo Margie—, ¿es que no me vas a dar el beso de buenas noches?
Ted suspiró y se volvió hacia ella. Le dio un beso rápido.
—¿Llamas a eso un beso?
Ted no contestó.
—Aquella mujer del programa era igual que Lilly, ¿verdad?
—No sé.
—Sí sabes.
—Escucha, no empieces, que habrá follón.
—Lo que pasa es que no quieres analizar las cosas. Sólo quieres cerrarte como una lapa. Sé sincero. Aquella mujer del programa se parecía a Lilly, ¿verdad?
—Está bien. Tenía un cierto parecido.
—¿Te hizo pensar en Lilly?
—Dios santo...
—¡No seas evasivo! ¿Te hizo pensar en ella?
—Por un momento, sí...
—¿Y te sentías a gusto?
—No. Escucha, Margie, eso pasó hace cinco años.
—¿Acaso el tiempo hace que lo que pasó no pasase?
—Te dije que lo lamentaba.
—¡Que lo lamentabas! ¿Sabes lo que pasé yo? ¿Te imaginas que hubiese hecho yo lo mismo con un hombre? ¿Qué habrías sentido?
—No sé. Hazlo y lo sabré.
—¡Muy gracioso! ¿Es que quieres reírte de mí?
—Marge, hemos discutido este asunto cuatrocientas o quinientas noches.
—¿Cuando hacías el amor con Lilly, la besabas como me besaste ahora a mí?
—No, claro que no...
—¿Cómo, entonces? ¿Cómo?
—¡Por Dios! Basta ya.
—¿Cómo?
—Bueno, distinto.
—¿Distinto en qué sentido?
—Bueno, había una novedad. Me excitaba...
Marge se incorporó en la cama y se echó a llorar. Luego dejó de hacerlo.
—Y cuando me besas a mí no te excitas, ¿verdad?
—Es que estamos habituados el uno al otro.
—Pero eso es el amor; vivir y hacerse mayores juntos.
—Bien.
—¿«Bien»? ¿Qué quieres decir con bien?
—Quiero decir que tienes razón.
—Lo dices, pero se ve que no lo crees. Lo único que quieres es no hablar. Has vivido conmigo todos estos años. ¿Sabes por qué?
—No estoy seguro. La gente se habitúa, se acostumbra a las cosas, es como el trabajo. La gente se acomoda. Es lo que pasa.
—¿Quieres decir que estar conmigo es como un trabajo? ¿Es como un trabajo ahora?
—Bueno, en el trabajo hay que fichar.
—¡Ya vuelves a empezar! ¡Esto es una discusión seria!
—Está bien.
—¿«Está bien»? Eres un asqueroso imbécil. ¡Animal! ¡Te estás quedando dormido!
—Margy, ¿qué quieres que haga? ¡Eso pasó hace años!
—¡Está bien, te diré lo que quiero que hagas! ¡Quiero que me beses a mí como besabas a Lilly! ¡Quiero que me jodas a mí como a Lilly!
—No puedo hacerlo...
—¿Por qué? Porque no te excito como Lilly, ¿verdad? ¿Porque no soy una novedad?
—Apenas si recuerdo a Lilly.
—La recuerdas perfectamente. Está bien. ¡No tienes que joderme! ¡Sólo bésame como a Lilly!
—Oh, por Dios, Margy, ¡déjalo ya, por favor, te lo suplico!
—Quiero saber por qué hemos vivido juntos todos estos años! ¿He desperdiciado mi vida?
—Todos la desperdician, casi todo el mundo.
—¿Desperdician sus vidas?
—Creo que sí.
—¡Si pudieses simplemente imaginar cuánto te odio!
—¿Quieres el divorcio?
—¿Que si quiero el divorcio? ¡Oh, Dios mío, qué tranquilo eres! ¡Destrozas mi maldita vida y luego me preguntas si quiero el divorcio! ¡Tengo cincuenta años! ¡Te he dado mi vida! ¿Adonde voy a ir?
—¡Puedes irte al infierno! Estoy harto de oírte. Harto de tus quejas.
—¡Imagínate que hubiera hecho yo lo mismo con un hombre!
—Ojalá lo hubieras hecho. ¡Ojalá!
Theodore cerró los ojos... Margaret gimoteó. En la calle ladró un perro. Alguien intentaba poner un coche en marcha. No arrancaba. Treinta grados de temperatura en un pueblecito de Illinois. James Carter era el presidente de los Estados Unidos.
Theodore empezó a roncar. Margaret fue hasta el armario y sacó el revólver del cajón del fondo. Un revólver del 22. Estaba cargado. Volvió a la cama junto a su marido.
Le zarandeó.
—Ted, querido, estás roncando...
Le zarandeó otra vez.
—¿Qué pasa...? —preguntó Ted.
Ella quitó el seguro al revólver y apoyó el cañón en la parte del pecho de él más a mano y apretó el gatillo. La cama se balanceó y Margaret disparó de nuevo. De la boca de Theodore surgió un sonido muy parecido a un pedo. No parecía dolerle. La luna brillaba en la ventana. Margaret se fijó en que el agujero era pequeño y apenas manaba sangre. Colocó el arma al otro lado del pecho de Theodore. Volvió a apretar el gatillo. Esta vez no hubo sonido alguno. Pero él seguía respirando. Le observó. Manaba sangre. La sangre hedía espantosamente.
Ahora que estaba muñéndose, casi le amaba. Pero Lilly, cuando pensaba en Lilly... la boca de Ted en la suya, y todo lo demás, entonces deseaba disparar otra vez... Ted estaba muy guapo con jerseys de cuello alto, le sentaban muy bien, le quedaba muy bien el verde, y cuando se tiraba un pedo en la cama, primero siempre se daba la vuelta... Nunca los tiraba contra ella. Rara vez faltaba al trabajo. No podría ir al día siguiente...
Margaret estuvo un rato llorando y luego se quedó dormida.
Al despertar, Theodore tuvo una sensación de juncos largos y agudos clavados a los lados del pecho. No sentía dolor. Se llevó las manos al pecho, las alzó luego a la luz de la luna. Estaban manchadas de sangre. Se desconcertó. Miró a Margaret. Estaba dormida y tenía en la mano el revólver que él le había enseñado a manejar para su defensa.
Se incorporó y la sangre empezó a salir más de prisa de ambos agujeros del pecho. Margaret le había disparado mientras dormía. Por tirarse a Lilly. Ni siquiera había sido capaz de correrse con Lilly. Pensó: «Estoy casi muerto, pero si pudiese huir de ella, tendría una oportunidad.» Estiró con cuidado el brazo y liberó el revólver de entre los dedos de Margaret. Aún tenía quitado el seguro.
No quiero matarte, pensó, sólo quiero largarme. Creo que llevo por lo menos quince años deseando hacerlo.
Consiguió levantarse de la cama. Cogió el revólver y apuntó a Margaret al muslo. Al derecho. Disparó.
Margaret gritó y él le tapó la boca con la mano. Esperó unos segundos y luego apartó la mano.
—¿Qué haces, Theodore?
Volvió a apuntar, al muslo izquierdo ahora. Disparó. Apagó su nuevo grito volviendo a taparle la boca. Aguantó unos segundos, luego retiró la mano.
—Besaste a Lilly —dijo Margaret.
Quedaban dos balas en el tambor del revólver. Ted se irguió y se miró los agujeros del pecho. El del lado derecho ya no sangraba. Del izquierdo, salía, a intervalos regulares, un hilillo fino como una aguja.
—¡Te mataré! —dijo Margy desde la cama.
—Quieres matarme realmente, ¿verdad?
—¡Sí, sí! ¡Y lo haré!
Ted empezó a sentirse mal, mareado. ¿Dónde estaban los polis? Tenían que haber oído todos los disparos. ¿Dónde estaban? ¿Es que nadie había oído los disparos?
Miró hacia la ventana. Disparó contra los cristales. Se sentía cada vez más débil. Cayó de rodillas. Se arrastró de rodillas hasta la otra ventana. Disparó otra vez. La bala hizo un agujero redondo en el cristal, pero el cristal no se rompió. Pasó delante de él una sombra negra. Luego, desapareció. Theodore pensó: «¡Tengo que tirar fuera este revólver!» Reunió sus últimas fuerzas. Lanzó el revólver contra el cristal. El cristal se rompió, pero el revólver volvió a caer dentro de la habitación.
Cuando recobró el conocimiento, su mujer estaba de pie ante él. Se sostenía sobre ambas piernas, las piernas contra las que él había disparado. Cargaba otra vez el revólver.
—Voy a matarte —dijo.
—¡Margy, por amor de Dios! ¡Escucha! ¡Te quiero!
—¡Arrástrate, perro mentiroso!
—Margy, por favor...
Theodore empezó a arrastrarse hacia la otra habitación.
Ella le seguía.
—Así que te excitaba besar a Lilly...
—¡No, no! ¡No me gustaba! ¡Me repugnaba!
—¡Te voy a arrancar de la boca esos labios malditos!
—¡Margy! ¡Dios mío!
Le puso el cañón del revólver en la boca.
—¡Toma un besol
Disparó. La bala se llevó parte del labio inferior y parte de la mandíbula. Theodore no perdió el conocimiento. Vio uno de sus propios zapatos en el suelo. Aunó de nuevo todas sus fuerzas y lanzó el zapato contra otra ventana. El cristal se rompió y el zapato cayó a la calle.
Margaret alzó de nuevo el revólver y se apuntó al pecho. Apretó el gatillo...
Cuando la policía derribó la puerta, Margaret estaba de pie sujetando el revólver.
—¡Ya está bien, señora, suelte el revólver! —dijo uno de los polis.
Theodore aún intentaba huir arrastrándose. Margaret le apuntó con el revólver, disparó, erró el tiro. Luego, se desplomó en su camisón púrpura.
—¿Qué diablos ha pasado aquí? —preguntó uno de los polis, inclinándose sobre Theodore.
Theodore volvió la cabeza. Su boca era un grumo rojo.
—Skirrr —dijo Theodore—. Skirr...
—Me fastidian estas peleas domésticas —dijo el otro poli—. ¡Qué asco...
—Sí —dijo el primer poli.
—Precisamente esta mañana reñí con mi mujer. Uno nunca sabe.
—Skirr... —dijo Theodore.
Lilly estaba en casa viendo una vieja película de Marlon Brando en la tele. Estaba sola. Siempre había estado enamorada de Marlon. Se tiró un pedo suave. Se alzó la bata y empezó a masturbarse.
Enlace para descargar el libro completo: http://www.geocities.com/bukstuff/musica.html
Astrud
Los insondables misterios de la psique
De: materialismoerestu
Artículo de Arturo Pérez-Reverte publicado en XL-S
PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES
Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda.Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia.
Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.
Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico».
O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».
Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante.
Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet.
La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.
El que ama arde
y el que arde
vuela a la velocidad de la luz
Nuestro propio cielo
Pessoa
Me siento a veces acometido, no sé por qué, por un presagio de muerte...,....
Val del Omar- Aguaespejo granadino
Antonio Vega. Tuve que correr
Tango- Volver
Stop Motion
Pimienta
Mitología griega
En primer lugar existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro. Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. Del Caos surgieron Érebo y la negra Noche. De la Noche a se vez nacieron el Éter y el Día, a los que alumbró preñada en contacto amoroso con Érebo. Gea alumbró primero al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los felices dioses. También dio a luz a las grandes Montañas, deliciosa morada de diosas, las Ninfas que habitan en los boscosos montes. Ella igualmente parió al estéril piélago de agitadas olas, el Ponto, sin mediar el grato comercio.
Luego, acostada con Urano, alumbró a Océano de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemóside, a Febe de áurea corono y a la amable Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de mente retorcida, el más terrible de los hijos y se llenó de un intenso odio hacia su padre. Dio a luz además a los Cíclopes de soberbio espíritu, a Brontes, a Estéropes y al violento Arges, que regalaron a Zeus el trueno y le fabricaron el rayo. Éstos en lo demás eran semejantes a los dioses, pero en medio de su frente había un solo ojo. Cíclopes era su nombre por eponimia, ya que efectívamente, un solo ojo completamente redondo se hallaba en su frente. El vigor, la fuerza y los recursos presidían sus actos. También de Gea y Urano nacieron otros tres hijos enormes y violentos cuyo nombre no debe pronunciarse: Coto, Briareo y Giges, monstruosos engendros. Cien brazos informes salían agitadamente de sus hombros y a cada uno le nacían cincuenta cabezas de los hombros, sobre robustos miembros. Una fuerza terriblemente poderosa se albergaba en su enorme cuerpo.
Teogonía, Hesiodo
Paganini
Alguien
- Una casa
- Una maleta
- Y deseos de ser grande
Supongo que lo averiguarás
Las de hoy
Quemando el tiempo
La tentación de existir. E.Cioran
Por cobardía sustituimos la sensación de nuestra nada por la sensación de la nada। Y es que la nada general apenas nos inquieta: vemos en ella demasiado a menudo una promesa, una ausencia fragmentaria, un callejón sin salida que se abre. Durante largo tiempo me obstiné en hallar a alguien que lo supiera todo sobre sí mismo y sobre los otros, un sabio-demonio, divinamente clarividente. Cada vez que creía haberlo encontrado, debía, tras un examen, cambiar de opinión: el nuevo elegido tenía todavía alguna mancha, algún punto negro, no sé qué recoveco de inconsciencia o de debilidad que le rebajaba al nivel de los humanos. Percibía yo en él huellas de deseo o de esperanza, o algún residuo de pesar. Su cinismo era manifiestamente incompleto. ¡Qué decepción! Y proseguía siempre mi búsqueda y siempre mis ídolos del momento pecaban en algún aspecto: el hombre estaba presente en ellos, oculto, maquillado o escamoteado. Acabé por comprender el despotismo de la especie, y por no soñar más que con un no-hombre, con un monstruo que estuviese totalmente convencido de su nada. Era una locura concebirlo: no podía existir, ya que la lucidez absoluta es incompatible con la realidad de los órganos.
Tus manos
Del balcón al mundo exterior
No a las pieles
Ahora
"pero si en algo soy irreductible...."
Las reglas del juego
A veces, creo que tengo que ver mucho con alguien y otras, todo se derrumba y lo veo completamente al revés por meros datos irrelevantes, pero que me hacen pensar que soy ajena a todo el decorado de ahí fuera. Sólo me gusta de él la luz de filtro sepia antiguo que entra por la noche en mi habitación.
Entiendo, creo, a otro tipo de gente. Al menos a mí me parece diferente.
Llegar a un sitio donde se amontona la gente porque tal vez un remoto día de algún remoto año alguien dijo: amontonemonos todos; y su afirmación tuvo éxito, me parece bien alguna que otra vez, siempre y cuando se sea consciente de que todo eso está vacio, no vale nada y roza el absurdo. Pero en otras ocasiones, cuando no recuerdo todo eso, o no estoy predispuesta para encontrarme eso, la atmósfera deja de parecerme absurda para convertirse en deprimente. Empiezo a pensar ¿qué hago aquí? ¿saben que algún remoto día de algún remoto año a alguien se le ocurrió esta idea y la gente acató sin cuestionamiento alguno? ¿de qué hay que hablar? ¿qué hay que decir? ¿cómo se comienza una conversación que trate sobre nada? ¿cómo hay que actuar? Todo eso, implicito en todos, me resulta realmente difícil y complejo. Añadida la dificultad a la situación incómoda, tal vez difícil por ello, y tras observar detenidamente el entorno, me aislo en mi burbuja, en esa en la que siento que soy ajena a todo eso, que eso no va conmigo porque no lo entiendo o porque no sé jugar a ese juego. Y realmente es eso, no sé jugar y no estoy interesada en aprender cómo se juega a todo eso.
P.D.: F. tu sí sabes jugar cuando quieres. Está bien, puesto que sabes que tan sólo es eso, un juego
El lado oscuro del corazon
A los que aman- Isabel Coixet
Cansada
Por otra parte, cansada sí, también cansada de las tonterias, de las niñerias, de los caprichos absurdos, de los ataques repentinos de "me voy", "no vengo", "cuatro paredes" y todo eso. Parece un gran juego en el que todo el sentido final es perturbarme, resquebrajar un poco la estabilidad y conometrar cuanto tardan las cosas en explotar y, realmente, no quiero jugar esto. A pesar de todo y recordar este tipo de juegos deprimentes, sin sentido... me doy cuenta que es aún peor de lo que creía. Y que las palabras, como antes pensaba, no sirven para absolutamente nada cuando los actos las contradicen. La gente miente u omite datos piadosamente o dice lo que le conviene...se opte por la interpretación que se opte, en condiciones normales estaría bien aquí conmigo misma, pero en las circunstancias de ahora preferiría estar en condiciones normales, bien, aquí, conmigo misma, y no estar sujetando una mentira ajena y la crítica continua.